jueves, 10 de enero de 2013

El amigo invisible de la princesa

La pobre estaba recluida en el castillo, de donde nunca salía y no sabía lo que significaba realmente la palabra amistad.
Su padre cada vez que volvía de un viaje le traía un regalo para compensar la ausencia, ya que cada vez la veía más triste. La princesa escribía cartas a su amigo invisible, y se las ponía a una paloma mensajero en el pico con la ilusión de que alguien leyese sus misivas.
En el pueblo vivía una niña nacida el mismo día que la princesa, pero con una vida muy dura, en cambio gozaba de la amistad y la compañía de todos los niños de su barrio, pero la niña tenía una curiosidad, y era conocer a la princesa.
El día en que las niñas cumplían 10 años, a Sara (la niña del pueblo) le cayó en las manos una de esas cartas de la princesa, y viendo la tristeza que emanaban, se puso el firme propósito de conocerla. 
Fue tanto el empeño que le puso, que consiguió conocer a la princesa, hicieron una amistad tan grande que duró para siempre.

(Washington de la Cruz. 6º curso)

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